En la oficina
Algo pasa cuando no tiene que pasar. Veo un compañero mío que se acaba de depilar las cejas. Me siento en el regazo de otra y le digo que lo nuestro es imposible. Dos se pelean y casi me incendian el teléfono. Son buena gente pero un poco brutos. Luego viene aquél, el que nunca se despeina. Uno busca habitación.
Quizás nunca debería haber pisado este lugar pero aprendo. Aprendo que nunca más pisaré un lugar así. El cambio se acerca y lo necesito. B.B. me lo está diciendo. El me tiende su mano pero ya no le necesito. (Mientras escribo esto se ha levantado Quique a.k.a Frijolito y le ha lanzado una botella de agua llena a la cara de Justo. Éste ha replicado con un lanzamiento de teclado. Impacto). Uno venido de Madrid ha entrado en una lista negra temporal por compartir una experiencia mía en un mal momento.
Ahora sí. Se acercan las cuatro de la tarde y los cafés ya no hacen efecto. Una hora más y vuelvo. Con mis nuevas alas, claro está.
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