El virus que me amó
Asolado por una gripe asiática aún por definir, encontrábame yo en el trabajo. Me alcé impetuosamente y gritando pero sin derramar lágrima alguna exclamé:
-¡Que os den!
Y ahora estoy en casa, aburrido y con ganas de sacrificar mi cuerpo al dios Marte para poder tener mejores cosechas el año que viene.
PD: Recomendación para el cine: El viento que agita la cebada, aunque es preferible haberse leído antes la Historia de la República de Irlanda para no perder el hilo.
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