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BLOG - CASPA DE OZONO

miércoles, 30 de enero de 2008

Te estuve buscando

Hola jovenzuelos y jovenzuelas. Bienvenidos a mi humilde morada. Pasad, pasad. Pasad y tomad asiento puesto que os voy a contar una historia con la que algunos llorarán y otros reirán...

Sucedió en la Alcarria postolímpica, allá por el 1993. España estaba viviendo una de sus peores crisis económicas desde la transición y yo estaba preocupado porque no me salía bigote (hoy en día aún lo estoy). Mi hermano, persona que hoy cumple los mismos años que el número favorito de Kareem Abdul Jabaar, tenía una amiga de nombre perdido en mi memoria. Esta a su vez tenía una hermana pequeña que contaba en su haber con los mismos años que yo (¡zas,zas!). El nombre no os lo diré pero he aquí un esbozo de su persona. Era morena, guapa y sensible, y tenía todo lo que yo necesitaba a esa edad: una bicicleta.


Una mañana de agosto como otra cualquiera estaba yo en la piscina cuando la vi. Allá estaba ella, con su piel tersa y morena. Ay, y su mirada... eran los ojos negros más penetrantes que jamás haya visto. Ella nadaba alegremente de banda a banda de la piscina cuando me dispuse a actuar. Aguanté la respiración y entré al agua con valentía. Después de estar a punto de llorar por el frío que soportaba ella se acercó y me habló:

- ¡Hola!
- Hola...
- ¿Tú eres Ceda el Paso, no?
- (¿?) Eh, sí, sí.
- ¡Que bien! Nuestros hermanos se conocen.
- Sí, lo sé.

Aún era más guapa de lo que creía. Ya escuchaba mis querubines con trompetas cuando pronunció la siguiente frase:

- Oye, ¿por qué no echamos una carrera?
- ¡Venga!

El resto os lo podéis imaginar. Fuí humillantemente derrotado por la mujer a la que amaba. Por si las cosas no estaban ya lo suficientemte feas una vez más me traicionó mi orgullo:

- ¡Vaya, pues te he ganado!
- Sí pero es que yo al ser de Barcelona soy más de nadar en el mar.
- Ah, claro...

No volví a hablar con ella en todo el verano. Recuerdo como la buscaba con mi bicicleta y la miraba desde lejos. Años más tarde y en plena adolescencia nos volvimos a encontrar. Pero, ¡ay amigos! Esa es otra historia y merece ser contada en otra ocasión.