Juani Honey
La buena de Juani siempre estuvo haciendo caso a todo el mundo. Le ordenaban y ordenaban y la pobre obedecía. Que grises tardes en Coruña. Recordaba aquellas vacaciones del 2006 que se marchó con sus amigas gallegas a Nueva York. Aquello sí que era una ciudad y decidió volver, pero esta vez para quedarse. Encontró un empleo cambiando el aceite de las patatas fritas en un burger de Manhattan. Un día como otro cualquiera se quemó y tuvo que ir a urgencias, a encontrar un George Clooney que le sanara esas finas manos gallegas.
- What’s your name?
- Juani.
El amor inundó su cara, al igual que la pomada de nuestro buen doctor en prácticas. Juani, este era tu momento. Soñadora como nadie. Guiada siempre por la brisa del Atlántico. No muy lista y algo tímida, al igual que el agradable doctor, no se atrevieron a pedirse los teléfonos. La madre de Juani le había enseñado que lo que funciona mejor no cambiarlo, así que Juani decidió tirarse por encima de la otra mano dos litros más de aceite hirviendo. Esta vez tuvo que ser ingresada unos días y el doctor siempre se acercaba a hablar con ella. Se dieron cuenta que poco tenían en común. Pero Juani era un poco leona y fue provocandole una subida de testosterona al doctor. Finalmente, este se despelotó en una cama del hospital y le dijo en un correcto castellano:
- Juani, honey, ven p’aquí.
Juani se quedó embarazada y 'cazó' al doctor. A la semana siguiente ya lo sabía toda Coruña y su madre, orgullosa de su Juani, supo que su nieto sabría hablar el inglés ese que tanto le había costado aprender a ella. Ah, y los sueños, sueños son.
The End.
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