Ya está
Lo máximo que puedes esperar de la perfección es un instante.
No lo digo yo. Lo dice Tyler.
Otra noche de verano se había adueñado de la apacible playa hawaiana. Unos sencillos acordes salidos de una guitarra acompañaban el final de las olas mansas. Mientras tanto, el fuego de una hoguera dejaba entrever dos figuras ensombrecidas por la reinante oscuridad.
Jack Johnson- Es lo que siento por ti...No, aún le falta algo...Es lo que me haces sentir...Sí, ésta es más profunda.
Charles Darwin- Jack, me preocupas.
Jack Johnson- ¿Qué quieres decir, Charlie?
Charles Darwin- ¿Cuánto tiempo llevas tocando? Me refiero a que tu evolución como "artista" deja mucho que desear. Y por favor, no me llames Charlie.
Jack- No sé de que evolución me hablas. La gente compra mis discos y yo les transporto a mi mundo: un lugar donde todo es maravilloso y perfecto y el peor problema que te pueda pasar es que te hayas dejado la crema solar en casa. ¿Acaso no tiene derecho la gente a esa ficción? ¿Que es lo que les debería decir? ¿Que todo es asqueroso? ¿Que "solamente sobrevivirá el más fuerte"? Vamos Charles, ¡coje tu tabla y haz unas olas!
Darwin- ¿¿De qué mierda de tabla...??
Jack- Es una forma de hablar, Charles. Me refiero a que te sientas más libre y escuches a tu corazón.
Darwin- Pero ese mundo al que tú muy bien has llamado ficción tendrá un problema: cuando la gente salga a la realidad no evitará compararla con lo que les habías enseñado y, ¿sabés lo que sucederá? Que sentirán primero tristeza y más tarde decepción. Manipulación, Jack. Eso es lo que es.
Jack- Charles, es el precio que hay que pagar por el arte pero tiene algunas ventajas. En ocasiones, si sabes abrir bien los ojos, nos hace ver "cosas" que jamás habríamos imaginado. Compartirás conmigo que esto último no es mi cometido por eso...Es lo que me haces sentir....Es lo que me haces sentir, a mi.....¡Esta es la buena!
Darwin- Dios, no aguanto más...
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Recuerden lo que pasó en el último capítulo.
Aquella fué una dura noche para Lady Colita. La melancolia y la soledad se habían apoderado de ella. Que se le hubiera acabado el Hemoal tampoco le había ayudado a conciliar el sueño.
Entre los sollozos se empezaron a alzar los gritos de Huevos reclamando su eucaliptus. "Quién le mandaría a mi ex haberme comprado un koala...". Huevos siempre había sido un fiel compañero y pese al ridículo antifaz siempre causaba un efecto moral desestabilizador entre sus enemigos. Lady Colita empezó a preparar el biberón de infusión de eucaliptus. Mientras se preparaba para una ducha, Huevos disfrutó de su desayuno. Eruptó, se rescó el cogote y se volvió a subir a la palmera casera que tenía Lady Colita en su hogar.
- Huevos, eres como todos los otros machos. Que os habrá dado la madre naturaleza...
Con un atisbo de complicidad, Huevos emanó un dulce grito, le giró la mirada y se empezó a rascar los testículos con un desarrollado sentido del tempo. Al rato se quedó dormido.
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